Cristo en la Cruz sobre fondo oscuro, con cuatro clavos y subpedáneo, que continúa la tradición de la pintura española del siglo XVII, aunque es perceptible el concepto clásico de belleza, difundido en España por Mengs y Bayeu. Además Goya suaviza los factores más sangrientos y dramáticos del tema, resaltando la belleza del cuerpo desnudo.
Presentado por Goya a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en mayo de 1780, el pintor alcanza con esta obra el rango de Académico de Mérito. El lienzo es enviado a la Iglesia de San Francisco el Grande, cuya decoración impulsa el propio Monarca. Con ello, la Academia reconocía la calidad técnica del cuadro, así como la ortodoxia de la imagen.
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