Objeto de carácter utilitario concebido originalmente para guardar joyas o monedas que presenta, gracias a su elaborada decoración, un destacado valor artístico. A diferencia de los ejemplares más comunes, de estructura de madera reforzada y decorada con elementos férreos, este cofre o escriño se hizo íntegramente con hierro. Toda la superficie, excepto la base, aparece recubierta con placas recortadas -fijadas con remaches- que aún conservan pequeños restos de dorado. Éstas muestran elementos decorativos característicos del período gótico: estilizados motivos vegetales insertos en círculos, cuadrados y rectángulos, así como arquerías, trabajados en dos planos con acusado relieve que acentúa el contraste de luz y sombra. Presenta un sofisticado sistema de seguridad que permite bloquear el acceso a la cerradura, oculta por el tramo final de una estrecha pestaña abatible que -a modo de cincha- recorre perpendicularmente la superficie visible de la pieza reforzando su aspecto sólido y hermético. La apertura de esta pestaña sólo es posible elevando el cofre de la superficie donde esté apoyado de forma que uno de los cuatro botones dispuestos en su base, al quedar libre de la presión ejercida por su peso, desbloquea el resorte que mantiene cerrada la pestaña. Su interior, en origen forrado con tela, muestra ahora el metal sin trabajar, así como la incompleta cerradura y el mencionado mecanismo de seguridad. Los dos goznes que unen la tapa con la caja se repiten con estudiada simetría y función decorativa en el frente de la pieza. En el centro de la tapa, de sección semicircular, hay una argolla de forja articulada que facilita la apertura.