Destaca en esta cabeza su definición étnica, con nariz curva, mejillas enjutas y barbilla larga y entrante. No cabe duda de que el personaje representado es un semita, o, como se suele decir en iconografía clásica, un sirio. Cabe plantearse si se trata de la imagen prototípica de un pueblo vencido o es un verdadero retrato de un noble sirio romanizado. Sin excluir por completo la primera posibilidad, parece que, debemos inclinarnos por la segunda: segun se deduce de la iconografía siria de época romana, los nobles de esta región solían usar barba, pero tendían a imitar el peinado de moda en Roma, mostrando así su lealtad al Imperio. Siguiendo este criterio, nuestro retrato debe situarse a principios del siglo II d. C., puesto que su peinado se asemeja mucho al del emperador Trajano (98-117 d. C.).