La escultura constituye uno de esos raros casos en que no es posible determinar si se trata de un retrato o de una cabeza de divinidad. El peinado y los rasgos ideales de la cara aconsejan interpretar la cabeza como representación de una diosa, mientras que las pupilas marcadas mediante líneas incisas son características del retrato imperial romano. Además, la presencia de elementos de la iconografía ideal en la retratística es un rasgo típico del clasicismo tardoadrianeo.
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