Como es sabido, algunas flores, frutas y detalles, como el nido con huevos, tan frecuentes en los bodegones del siglo XVII, tenían una intención moralizante, un significado simbólico, que aludía a la abundancia y belleza de la naturaleza y a lo efímero del ciclo vital, constituyendo una verdadera exhortación a la moderación. La presencia de la mosca podría interpretarse como alusisión a la brevedad de la vida. La representación de las uvas y la espiga también favorece una posible lectura religiosa, al ser elementos habituales par aludir a la Eucaristía. Sin embargo, no está claro que estos pintores del XVIII, además de la intención de crear una obra bella y decorativa, quisieran darle un significado o sentido moralizante, como fue habitual en la centuria anterior. La composición y el estilo de este bodegón son muy semejantes a los de obras firmadas y fechadas por Roepel entre 1720 y 1726, con las frutas colocadas en disposición piramidal sobre un plinto o tablero de piedra en un nicho. Tanto el dibujo preciso y minucioso como el colorido elegante con variados matices en el que predominan los tonos fríos, y la luz que ilumina desde el ángulo superior izquierdo, son característicos de este artista.