Paisaje de las afueras de Madrid, con las casas y el descampado del barrio de Bellas Vistas.
La técnica combina pinceladas cortas aplicadas con gran cantidad de óleo, captando la variación de colores de los reflejos del sol en el cielo, tejados y muros. En cuanto a la composición, destaca el macizo abigarrado de casas frente a la sencillez del cielo, predominando, en ambos casos, una preferencia por la horizontalidad.
Esta obra fue donada en 1913 por el hijo del artista al desaparecido Museo de Arte Moderno.