Dos gatos, con la piel erizada y el lomo arqueado bufan y se enfrentan en lo alto de un muro de ladrillo.
La obra es uno de los cartones para los tapices del comedor de los príncipes de Asturias en el Palacio de El Pardo.
Como delata su estrecho formato horizontal se trata de un diseño para una sobrepuerta, a cuya disposición contribuye la perspectiva dada al cuadro por el pintor. Goya analiza perfectamente la actitud de los gatos representándolos con gran naturalismo, fruto del estudio de este animal que aparece en su Cuaderno Italiano de 1771 y se repetirá en la serie de Caprichos de 1799.