Lienzo de formato vertical con fondo neutro que presenta la figura de un clérigo, de medio cuerpo, cabello y barba grises, recortados, la mano derecha abierta sobre el pecho y en la izquierda, el bonete.
Dos dudas se ciernen sobre este retrato. En cuanto al representado y en cuanto al autor. El Greco no pudo conocer a P. Avila, que murió antes de su llegada a España; el retrato es, sin duda alguna, del natural, y si el letrero es primitivo, excluye la paternidad del Greco. Esta fue defendida por Cossío y Mayer; negada por Camón, Soehner y Wethey. La técnica, evidentemente, no es la habitual del Greco; es un retrato de un realismo directo, vivo, realizado con pincelada franca y suelta, muy empastada, con sombras negras y acentuado relieve. Obra, sin duda, digna del Greco por su calidad, pero desconcertante por su técnica. De afianzarse la atribución, queda en duda quien sea el retratado.
Por el contrario, si se acepta la autenticidad del letrero, sin duda antiguo, aunque no pueda afirmarse que sea coetáneo de la pintura, hay que rechazar al Greco como autor, y queda como anónimo anterior, dentro de la línea de los retratistas de la Corte, pero inclasificable en ninguno de ellos. (GÓMEZ-MORENO, María Elena, 1968, pp. 33-34)
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