Un niño, sobre las espaldas de otro, trepa a un árbol para coger la fruta que otros dos, expectantes, pretenden recibir.
El tapiz resultante estaba destinado a colgar en el comedor de los príncipes de Asturias (el futuro Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma) en el Palacio de El Pardo conservándose actualmente allí.
Conocedor del mundo infantil, Goya repetiría poco después temas similares en los cartones para el despacho de Carlos IV en El Pardo. En esta ocasión hay una deuda con la pintura española del Barroco, especialmente con ciertas obras de Murillo que ilustraban niños disfrutando de la fruta.