Pasaje mitológico narrado por Ovidio en las Metamorfosis, en el que el pastor Argos queda adormecido por la música de Mercurio, reconocible por el sombrero alado, mientras guardaba una ternera por encargo de la diosa romana Juno. Ésta había recibido el animal como regalo de su esposo Júpiter quien, intentando ocultar una de sus aventuras amorosas, había transformado en ternera a su amante la ninfa Io, escapando así de los celos de su esposa.
Alegoría de la siempre necesaria vigilancia del Príncipe en su reino, esta obra fue pintada para el Salón de los Espejos del Alcázar de Madrid, formando pareja con otros tres lienzos desaparecidos en el incendio del Alcázar de 1734: Apolo y Marsias, Venus y Adonis y Cupido y Psique.
La complejidad del formato, determinado por la colocación de la obra sobre una ventana, implica una composición ligeramente forzada lo que contribuye, junto a una técnica extremadamente fluida, a destruir los límites del cuadro convencional y a llenarlo de vida.
Este cuadro se cita desde 1666 en todos los inventarios del Alcázar y del Palacio Real de Madrid de Madrid. Entró a formar parte de las colecciones del Museo del Prado en 1819.