Filósofo griego nacido en Gándara hacia el año 270 a.C. De origen esclavo, se adscribe a la escuela fundada por Diógenes, llamada de los cínicos por su desdén hacia las apariencias y distinciones sociales. Velázquez lo representa con un aspecto descuidado, que recuerda formalmente al prototipo de mendigo español contemporáneo al artista.
El libro abierto en el suelo alude a su desprecio por las banalidades mundanas, mientras el ánfora apoyada inestable en una tabla sobre dos esferas, aludiría a la levedad de la vida, según el pensamiento del filósofo.
Velázquez muestra aquí, como en muchas de sus obras, un contraste entre la condición física del retratado y su valor intelectual. Realizado con una técnica suelta y fluida, destaca el valor del rostro del filósofo.
Pintado probablemente para decorar, junto a Esopo (P1206) y Marte (P1208) una de las dependencias de la Torre de la Parada. Tras colgar durante el siglo XVIII en el Palacio de El Pardo y en el Palacio Real de Madrid, entró en el Museo en 1819.
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