La Virgen, de pie y con idealizado rostro, sostiene al Niño en los brazos, bajo un arco de medio punto. Al fondo se sitúan cinco ángeles: un arpista y un cantor a la izquierda y tres a la derecha leyendo de un gran libro de música.
El pintor bruselense ha tomado como modelo la llamada Madonna del ábside de Robert Campin. La escena se enmarca dentro de una arquitectura renacentista que denota los intereses estéticos de van Orley en estos momentos.
Es propio de su estilo la técnica minuciosa y su interés en representar de forma muy cuidada las calidades de las diferentes materias.
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