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La Musa Euterpe

Imágenes

Número de inventario E00037

Autor

Anónimo
Tema
Mitología
Datación 130 - 150
Materia Mármol
Técnica Esculpido
Forma de ingreso Colección Real

Descripción y clasificación

El conjunto de las musas es, sin duda, el más importante de la colección reunida por Felipe V e Isabel de Farnesio. Este importante coro de ocho figuras sedentes -de las que el Cuaderno de Ajello reproduce siete, olvidando tan sólo, no se sabe por qué, la de Urania- dio nombre a la sala en que Cristina de Suecia lo alojó en el Palacio Riario y "Sala de las Musas" se ha seguido llamando toda estancia ocupada por el grupo, tanto en La Granja como en el Museo del Prado.



El punto de partida y modelo de estas figuras fue un ciclo de las nueve musas adscribible al ambiente rodio del siglo II a.C. De este conjunto original, los copistas romanos tomaron las figuras sentadas, sustituyendo las que estaban de pie por repeticiones de los modelos sedentes -de ahí que Caliope y Urania deriven del mismo prototipo, y que otro tanto ocurra con Terpsicore y Euterpe- y construyeron así para el emperador Adriano (117-138 d.C.), y en concreto para el "teatro griego" de su villa en Tivoli, un ciclo con las nueve imágenes de las diosas.



Desaparecida la figura de Melpómene, la musa de la tragedia, la historia de las restantes es bien conocida desde su descubrimiento. Las ocho imágenes fragmentadas aparecieron en Tivoli bajo el pontificado de Alejandro VI (1492-1503), y fueron poco después trasladadas a Villa Madama, donde, entre 1532-1536, fueron contempladas por el artista holandés Marten van Heemskerck, quien dibujo cuatro de ellas: Caliope, Terpsicore, Erato y Polimnia.



Hasta Cristina de Suecia nadie se ocupó de ellas. La reina las adquirió hacia 1600 y tomó la iniciativa de restaurarlas: las hizo completar con brazos y cabezas nuevos, encargo al escultor Francesco Maria Nocchieri la realización de un Apolo que dominase el grupo y las instaló en una sala de su palacio, donde ella misma se sentaba como novena musa para contemplar el ciclo mitológico.



Muerta Cristina de Suecia, Livio Odescalchi compró sus colecciones en 1692, y poco después se instaló en el Palacio Chigi. Tan famosa era ya por entonces la "estancia de las musas" de la reina de Suecia, que él intentó mantener la misma ordenación de las estatuas en la "quinta stanza detta delle muse" de su palacio. Y allí es donde se hicieron los dibujos de las esculturas -tanto de las musas como del Apolo- que pocos años después publicaron Maffei y Rossi en su Raccolta di statue antiche e moderne.



Durante muchos años, estos grabados de 1704, que representan a las musas sobre sus aparatosos pedestales barrocos, fueron, para toda Europa, la única imagen conocida del conjunto escultórico.



Felipe V e Isabel de Farnesio adquieren las obras de la coleccion Odescalchi y a su llegada a España son marcadas con la flor de lis heráldica de Isabel de Farnesio e instaladas en la "pieza cuarta" de la galería de estatuas de La Granja, donde Ponz las describe en compañía del Apolo de Nocchieri. Fue en este emplazamiento donde estudió el conjunto el abate Ajello. Barrón, en su catálogo, dice que: "Ajello dice que la restauración de estas ocho estatuas fue debida al famoso Maximiliano Soldani Benzzi, florentino, quien la ejecutó por orden de la Reina Cristina de Suecia". El dato es interesante, ya que nadie ha sabido determinar hasta hoy la autoría de las restauraciones, algunas de ellas de alto interés artístico e iconográfico. Sin embargo, la opinión de Ajello parece difícil de compartir, ya que Soldani-Benzi es conocido como broncista y autor de medallas, pero no como tallista de mármol y, en el mejor de los casos, podría atribuírsele alguna cabeza, pero no todas, pues las que se conservan revelan distintas calidades y estilos diversos. Se sabe que Cristina de Suecia obtuvo los servicios de varios escultores, como Giulio Cartari, Nocchieri o Ercole Ferrata, todos ellos vinculados al taller de Bernini, pero, en estas obras, no parece haber datos a favor de ninguno de ellos.



En 1788 fueron llevadas varias esculturas desde La Granja a Aranjuez, y la "sala cuarta" perdió así su Apolo, Pomona, y Minerva. Para compensar, se introdujo en ella el Apolo colosal (E00004), obra procedente de la colección Odescalchi.



Las musas, a su llegada al Real Museo de Madrid, se hallaban muy deterioradas y sufrieron de forma drástica la actividad de Valeriano Salvatierra, empeñado en sustituirles los añadidos barrocos por cabezas o miembros neoclásicos realizados por él o por su taller.



Caliope, musa de la poesía épica es, de todo el conjunto, una de las que menos han sufrido la actividad restauradora de Salvatierra: mantiene la misma cabeza (una cabeza antigua, aunque de una Afrodita de tipo helenístico) y sólo le fueron retirados hacia 1830 los dos brazos desde el codo. Se ignora la fecha exacta de la restauración, porque los inventarios de 1834 y 1849-1857 no dan descripciones concretas, pero Hübner, en 1862, dice ya que a esta figura le faltan los brazos.

Localización

Sala Sala 47

Fuente

Colección on line del Museo del Prado

Información imagen

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