Durante la ceremonia de incineración (crematio), el cadáver del Emperador fallecido se disponía sobre un lecho que reposaba en una pira funeraria de carácter monumental. La creciente fastuosidad desplegada en los funerales regios de la Roma antigua llevó a que muchas de estas construcciones se convirtieran en auténticas arquitecturas efímeras, con varios cuerpos escalonados y decoradas con esculturas y guirnaldas, como la que representa Domenichino en esta pintura. El artista describe también en primer término el rito de la decursio equitum, una especie de danza militar a caballo hecha por los soldados de élite en honor del difunto.El lienzo fue un encargo del conde de Monterrey, virrey español en Nápoles, para la decoración del Buen Retiro.