Réplica romana de un original griego de fines del siglo V a.C. atribuido a Calímaco. Ha figurado como Relieve de una bacante.
Hacia 410 a.C. hubo de realizarse, en Atenas que entonces festejaba a Dionisos con las tragedias de Sófocles y Eurípides, un gran monumento decorado con relieves de bacantes. Sin duda fue destinado a honrar la memoria de algún vencedor en concursos dramáticos, y sus motivos tuvieron un éxito perdurable, siendo imitados en múltiples ocasiones. De cuatro de estos "relieves de ménades", atribuidos a Calimaco (h. 410-400 a.C.), tenemos magnificas copias en el Prado (E00042, E00043, E00045 y E00046).
Las ménades fueron legendarias nodrizas de Dionisos, que le protegieron en su infancia y se convirtieron en sus primeras seguidoras. Sin embargo, el culto dionisiaco suponía la conversión en ménades o bacantes de aquellas mujeres que, presas de éxtasis báquico, danzaban hasta la extenuación en las fiestas del dios, agitaban sus tirsos, vestían la "nebris" o piel de cervato y destrozaban animales, alimentándose con su carne cruda.
En la iconografía es común la idealización de estas danzas orgiásticas, explicitando así el acceso a un nivel religioso superior de las adeptas al culto dionisiaco. De ahí la profunda armonía dinámica de las presentes imágenes, acaso las mas refinadas que logró crear el llamado "estilo bello" de fines del siglo V a.C.
Esta tendencia estética, basada en el uso constante y muy preciso de los "pliegues mojados", tuvo como principales representantes a dos discípulos de Fidias -Agorácrito y Alcámenes- pero sobre todo a Calímaco, inventor por lo demás del capitel corintio, a quien se atribuyen los originales de estos relieves y de otros semejantes, pues son seis los modelos de ménades que se conocen por distintas copias. El texto del inventario no permite identificar de qué pieza se trata.