Rubens realizó en varias ocasiones cuadros de marcado significado político. Esta pintura narra el momento en que Rodolfo, fundador de linaje de los Habsburgo, cede el caballo a un clérigo que porta la Eucaristía. Con tal gesto de humildad asumía la preeminencia de Dios sobre el poder terrenal y demostraba su devoción. El paisaje fue encomendado a Jan Wildens (1585/6-1653), uno de los principales especialistas flamencos en este género, que a menudo trabajó con Rubens. El cuadro se documenta desde 1636 cuando, siendo propiedad del rey español Felipe IV de Habsburgo, colgaba de las paredes del Alcázar de Madrid.
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