Variante romana de una obra clásica griega. Se trata de la conocida como Venus de Madrid, y se acepta que es una copia romana libre -y vestida- de una escultura del helenismo tardío (siglo II-I a.C.) que, como la Venus de Milo, derivaría del modelo lisípico conocido como Afrodita de Capua. Hasta mediados del siglo XIX la presencia de túnica y manto llevó a los estudiosos a interpretar y a restaurar la pieza como una deidad de la vegetación, sea Ceres, Pomona o Flora.
Por su gran tamaño debe identificarse con la "statua di flora con fiori nelle mani, alta, compreso il suo peduccio, palmi otto e due terzi" que adornaba la segunda sala de la colección de Cristina de Suecia en su Palacio Riario. Después pasó a la colección Odescalchi, de donde se embarca para España. Llegada al Palacio de La Granja, la escultura, cuya cabeza y brazos eran ya obras de restauración, sufrió al parecer cambios de importancia, de los que sería testigo Ajello, quien afirmó en su manuscrito "que le habían quitado la cabeza y brazos de la estatua por ser muy malos; añadiendo que representa una Ceres". Si se acepta esto como bueno, habremos de suponer que los brazos y la cabeza, hoy conservada en el museo con el (E00670), serían restauraciones realizadas en España ya en pleno siglo XVIII, poco antes de dibujarse la lámina del cuaderno.
La presencia de esta obra en La Granja no consta hasta fines del siglo XVIII, cuando Ponz la menciona en la "pieza cuarta" combinando su descripción con la de la Atenea promacos (E00024) e insistiendo en sus restauraciones. Con Carlos IV la obra pasa a Aranjuez, junto con el Puteal de la Moncloa (Museo Arqueológico Nacional), el Apolo de Nocchieri y las ocho estatuas "egipcias" que se representan en el cuaderno, para adornar el Jardín del Príncipe.
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