En 1625 la archiduquesa Isabel Clara Eugenia encargó a Rubens el diseño de una serie de diecisiete tapices con destino al Monasterio de las Descalzas de Madrid. Tratan el tema de la Eucaristía, dogma principal del catolicismo que la infanta defendía como princesa soberana de los Países Bajos meridionales. Las escenas fueron concebidas por Rubens a modo de desfiles triunfales, simulando ser telas colgadas de arquitecturas barrocas, que provocaban una efectista duda entre realidad e imagen artística. Las seis tablas que custodia el Prado (P01695-P01700) forman parte del proceso necesario para la realización de los tapices: son los modelos pintados por Rubens en los que se basan los cartones, mucho mayores, que los tapiceros usaron para confeccionar los tapices. Fueron propiedad del marqués del Carpio en 1677, y pasaron en 1689 a poder del rey Carlos II. Durante el siglo XVIII, cuatro de los cuadros sufrieron añadidos en sus cuatro costados y dos en su parte inferior y superior. En la escena de Santa Clara entre los padres y los doctores de la Iglesia (P01695), Santa Clara muestra el rostro de la Archiduquesa. Tanto el lenguaje alegórico, como muchos de los motivos de estas imágenes son de inspiración clásica. En Triunfo de la Verdad Católica (P01697), el Tiempo, con la guadaña, y la Verdad, aparecen rodeados de herejes vencidos por el pánico. El león y el zorro luchando, son símbolos de la fuerza de la Iglesia que vence a la astucia de la Herejía. En el Triunfo de la Iglesia (P01698), la mujer con la lámpara personifica a la Iglesia Triunfante, que empuja a la Ceguera y la Ignorancia, mientras la alegoría de la Iglesia, sosteniendo la custodia y coronada con la tiara papal, aplasta con su carro al Odio, la Discordia y la Maldad. En la escena Triunfo del Amor Divino (P01700) la figura femenina personifica el Amor y la Caridad, el ángel que lleva el corazón llameante es el Amor Divino, y el pelícano que alimenta a sus crías con su sangre, la Eucaristía. En el cuadro Triunfo de la Eucaristía sobre la Idolatría (P01699), la imagen del dios clásico que se ve al fondo reproduce la escultura del Zeus de Olimpia de Fidias. La combinación de elementos paganos y cristianos es característica de la cultura del humanismo cristiano que predominó en Europa en los siglos XVI y XVII.
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