Este cuadro forma parte de un conjunto de obras pintadas para decorar el vestíbulo oeste del Casón del Buen Rtiro, con escenas de la Guerra de Granada. Todas ellas presentan un personaje principal, a caballo, y perfectamente diferenciado del resto. Frente a ello, el artista manifestó un perfecto desdén por la identificación de las escenas, repitiendo una sucesión de planos de batalla que evoca la confusión y la violencia de la guerra, pero que en modo alguno permite identificar acontecimientos concretos. El único elemento narrativo se encuentra en este cuadro, donde aparece un personaje de rodillas y aspecto más turco que nazarí, que señala la fortaleza que aparece al fondo, asumiendo su derrota y entregando la plaza.