Susana, sorprendida durante el baño por dos viejos jueces, Arquián y Sedequía, intenta tapar su desnudez rechazando sus proposiciones deshonestas, según narra el Antiguo Testamento (Daniel 13, 1-63). La composición juega con los contrastes entre los colores para resaltar la blancura y fragilidad de Susana, frente a las ropas oscuras y rostros barbados de los hombres. Se trata de una de las escenas más representadas en la pintura italiana del siglo XVI pues, bajo una narración moralizante, los artistas podían ofrecer uno de los temas preferidos por su clientela: el desnudo femenino.
Esta obra se cita en los inventarios del Alcázar de Madrid de 1666, 1686 y 1700, y en el del Palacio Nuevo en 1794. Fue adquirida por Velázquez en Venecia.