El discípulo preferido de Jesús señala con su mano izquierda, sumamente expresiva, el cáliz con una serpiente que sostiene en su diestra. Alude a la copa envenenada que se le hizo beber cuando se hallaba en prisión, prueba de la que salió indemne.
Parece tratarse de una obra aislada, que no formaba parte de ningún Apostolado, aunque presenta profundas semejanzas -en cuanto a iconografía, composición y formato- con las representaciones de San Juan de los Apostolados de la Casa-Museo de El Greco y la Catedral de Toledo.
Pese a carecer de firma e ignorarse su procedencia, es unánimemente aceptado por la crítica como obra autógrafa de El Greco.
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