Este retrato de un hombre con peluca posee la economía de medios y la sutileza psicológica de los retratos realizados por Gainsborough en Bath en la década de 1760. Su severa sobriedad y su sencillez compositiva, con el modelo inscrito en un óvalo, son características de esta etapa y contrastan con la grandilocuencia del estilo de madurez del pintor.
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