En este retrato, tomó de Passeroti la mayor penetración naturalista y la ambientación del personaje en su entorno profesional. Probablemente se trate de un magistrado, que se representa ante un bufete sobre el que reposan un crucifijo y un birrete. El tapete que cubre el bufete delata el gusto de la época por los tejidos de Anatolia (en la actual Turquía), presentes en otros retratos del autor.
Procede de las Colecciones Reales, encontrándose en 1797 en el Palacio Real Nuevo de Madrid.
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