La obra narra el pasaje del Génesis en que Jacob luchó durante toda una noche contra un misterioso adversario que resultó ser un ángel enviado por Dios. A pesar de que en un principio prevaleció la fortaleza de Jacob, al rayar el día el ángel le inmovilizó un tendón de la pierna, obligándole reconocer su impotencia (Génesis 32, 22-30). Giordano escoge el momento final de esa disputa, justo el instante en que comienza a clarear el día y se hace presente la Aurora, deidad mitológica que simboliza el amanecer.
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