El Niño Jesús da de beber con una concha a su primo Juan, identificado por la Cruz y el Cordero. En el cielo, en un rompimiento de Gloria, unos ángeles niños presencian la escena, sacralizando el hecho. En la filacteria la frase “Ecce Agnus Dei”, palabras de San Juan Bautista que aluden a la condición de Cristo como Cordero de Dios.
Murillo juega con el encanto de los temas infantiles tan habituales en él, pero al tiempo, introduce una prefiguración del Bautismo de Cristo por parte de Juan a orillas del río Jordán.
La composición procede de una estampa del pintor boloñés Guido Reni, a su vez inspirada en Annibale Carracci.
Ingresó en las Colecciones Reales a través de la reina Isabel de Farnesio, gran coleccionista de la obra de Murillo.