Esta pintura, fechada hacia 1658, fue regalada al rey Felipe IV por el cardenal Francesco Barberini (1597-1679), sobrino del pontífice Urbano VIII (1623-1644). Tras la muerte de éste, que era conocido por sus tendencias antiespañolas, y la llegada de su sucesor, el filoespañol Inocencio X, el monarca ordenó la confiscación de las rentas eclesiásticas de las que Barberini gozaba en España e Italia. La reconciliación se produjo en 1659, en parte como consecuencia de los regalos que el cardenal envió a Madrid. Entre ellos se encontraba esta pintura, cuyo soporte está compuesto por cuarenta y tres pequeñas placas de venturina y tres de pizarra.La venturina, denominada así porque su producción dependía principalmente de la suerte o "ventura", es una pasta de vidrio que imita los efectos de la piedra procedente de India y Rusia a la que da nombre. Se comenzó a elaborar a principios del siglo XVII en la ciudad veneciana de Murano, añadiendo óxido de cobre a la pasta de vidrio transparente. Así se conseguían característicos brillos de intensidad variable, que Pietro da Cortona (1597-1669) aprovechó para evocar el cielo estrellado.
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