La Infanta (1566-1633), hija de Felipe II, está representada a la edad de trece años, con un gesto distante y elegante, en pie pero de tres cuartos, según una tipología extendida entre los retratistas cortesanos de este momento. Viste traje blanco y oro, cuello y puños de puntas, tocado con plumas y gran profusión de joyas, piedras preciosas y perlas. Lleva un pañuelo en la mano izquierda, según lo habitual en los retratos femeninos, mientras apoya la derecha en un sillón, símbolo de su elevada posición dentro de la corte.
La obra muestra la dependencia de Sánchez Coello del modelo de retrato cortesano creado por Antonio Moro, destacando sus cualidades para captar los detalles de joyas y telas.
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