Progenitor de la raza de los centauros, Ixión intentó suplantar a Júpiter en el lecho de Juno, por lo que fue castigado a girar eternamente atado a una rueda para expiar sus desmanes. En la obra de Ribera un sátiro acaba de encadenarle y hace girar la rueda ayudado por otro situado tras ella, cuyo terrible rostro se vislumbra entre las sombras del Tártaro.
Ribera nos muestra una violenta imagen, con el condenado boca abajo, acentuando la tensión dramática mediante la luz, la monumentalidad de las figuras, las forzadas anatomías y la expresividad gestual.
Comparte idéntica lectura política, con su compañero Ticio (P1113). En 1634 fue adquirido a la marquesa de Charela, posiblemente para el Palacio del Buen Retiro.
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