Pareja del (P07945) y pintado en el mismo año de 1844, presenta una clara relación con la obra homónima de Velázquez, que Alenza conoció en el Museo del Prado. En este lienzo, de todos modos, se resaltan mucho más los extremos de la embriaguez y el carácter burlesco de los personajes. La pintura revela un sentido abiertamente popular y jocoso. En el interior abovedado de una taberna que recuerda a los representados por los pintores de género flamenco y holandeses del siglo XVII, aparecen ocho figuras de bebedores en diversas actitudes. Con el torso parcialmente descubierto, como parodia de los personajes de la Antigüedad clásica, un bebedor corona, de modo grotesco, con un embudo de latón, la figura central, sentada sobre una mesa, que sostiene a manera de cetro una copa de vino, ante un gran paño rojizo colocado como si fuera un dosel, apropiado para su tosco trono. Dos hombres arrodillados le rinden homenaje como si fuera el dios del vino y un tercero, en pie, sujeta contra su pecho un cuenco de loza blanca con filete azul repleto del rojizo líquido. A su derecha, recostado sobre un tonel, en cuya tapa se halla la firma, otro, descalzo y con el pantalón desceñido, bebe del chorro de una garrafa de cristal. El artista, afín a la expresividad goyesca, llega a representar, a la izquierda, con gran veracidad, a un borracho que orina, apoyado en la pared, y a otro que vomita el vino ingerido, colocados en opuestas actitudes, de manera que forman una especie de grupo en sí mismo que muestra las cosnsecuencias de la embriaguez. Como en otras obras del autor hay en el suelo varios objetos, entre ellos una navaja abierta, un zapato, algunos naipes y dos sombreros. Su deparramamiento acentúa la impresión de desorden moral de la escena. Una escoba, cuya presencia se relaciona con la suciedad que la rodea, y que aparece apoyada en un tonel al modo de las escenas de Brouwer y Teniers, y una gran jarra de barro parcialmente esmaltada en verde, completan la composición a la derecha, mientras que en la repisa del fondo descansan un paño, una garrafa de cristal y una jarra pequeña. Esos elementos y otros como el barril con otra garrafa sobre él, la pared que ha perdido el enlucido y deja ver en algunas zonas los ladrillos, el dibujo fijado a ella, así como el propio desorden de los objetos en el suelo, son frecuentes en los interiores con bebedores de las obras de los artistas citados. La iluminación incide en el personaje coronado como Baco y en los rostros de los que le rodean y deja en suave penumbra el segundo término resuelto, como la pared, con una pintura más diluida. El colorido, entonado en ocres, hace resaltar los rojos y los blancos sucios de las camisas de los bebedores, en las que son visibles los raídos trazos de las sueltas pinceladas que acentúan la vivacidad de la escena.