Hijo primogénito del rey Juan II de Aragón y de Blanca de Navarra y heredero de ambos reinos, Carlos de Viana tuvo que soportar que su padre le repudiara en beneficio de su otro hijo, Fernando “el Católico”. Sin embargo, ante su creciente popularidad en Cataluña, Fernando le obligó a retirarse de la vida pública, momento que inmortaliza Moreno Carbonero en este cuadro. En la pintura, un resignado don Carlos se entrega a la lectura y el estudio en la biblioteca del convento napolitano donde se refugió, acompañado únicamente por un perro.
La obra muestra el rigor histórico con que Carbonero acomete en acontecimiento, visible en los trajes y en el estilo gótico del sitial. La fragilidad que transmite el personaje, el gesto de amargo desencanto y la mirada perdida, dan idea de la hondura emocional con que fue abordado el tema por parte del pintor.
El cuadro llamó la atención de la crítica por reducir a una sola figura todo el argumento narrativo, contrariamente a lo habitual en la pintura de historia del momento.
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