El interés de esta obra radica sobre todo en la riqueza y complejidad de su contenido, en el que convive una invitación de carácter moral y devocional con la propaganda del retratado y el grupo religioso al que pertenece, en una mezcla de ostentación y humildad característica del retrato religioso de la época.
Representa a Lucas Texero, un hermano de la congregación de Bernardino de Obregón (1540-1599), mostrando al espectador el cadáver de éste, y proponiéndolo como ejemplo. No estamos ante un hecho real (Obregón murió en 1599), sino frente a una construcción alegórica, a través de la cual se hace referencia a dos de los hechos fundamentales de la vida del fundador: su muerte y su vocación hospitalaria. Fundó una congregación dedicada a prestar servicio en los hospitales y desde 1587 se hicieron cargo del Hospital General de Madrid, la institución más importante de su clase en la corte, y los "obregones" se convirtieron en figuras destacadas de la vida religiosa y asistencial de la ciudad. La peculiar naturaleza de sus tareas hizo que arraigara profundamente en ellos la preocupación por la muerte, y una parte muy destacada de su actividad devocional y caritativa se centró en el arte del "bien morir". De esas inquietudes es testigo sobre todo un tratado que escribió Obregón, y también algunos testimonios iconográficos, como el presente lienzo, en el que se propone una meditación sobre la muerte y sobre la asistencia a los moribundos.
La pintura propone también una exaltación de Lucas Texero, lo que no deja de ser curioso si tenemos en cuenta que el fundador se había negado en vida a dejarse retratar movido por su humildad. En una imagen que no tiene nada de humilde, Texero, mira al espectador y, mientras que con su mano derecha señala el cadáver, con la izquierda ostenta la portada de una obra suya en honor a la Virgen, que no llegó a publicar. Esa mezcla de devoción y ostentación se da también en el rico collar que cruza su pecho, a manera de toisón "a lo divino".
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