Cristo, con dogal al cuello y manto de púrpura, se abraza al madero coronado de espinas. Pereda pinta una imagen de fuerte expresividad, en la que se recrea en la reproducción exacta de la textura del tronco y la corteza de pino, acentuando los elementos dramáticos.
Artista muy versátil desde el punto de vista estilístico, Pereda sabe combinar las enseñanzas de la pintura veneciana y flamenca en lo que se refiere a la valoración de la materia pictórica, con una habilidad muy personal por la factura prieta y detallada.
Está firmado y fechado en la parte inferior del tronco.
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