Lienzo de formato vertical con la imagen de un Crucificado sobre un fondo tormentoso de colores rojizos. Presenta una tibia y calavera a los pies de la Cruz.
El primero en atribuirlo a Tristán fue Sánchez Cantón, debido a sus semejanzas con el Crucificado de la catedral toledana. Este autor lo creyó posterior, sin argumentarlo, al Santo Domingo penitente del Museo del Greco, y lo relacionaba estilísticamente con obras de los pintores Orrente y Ribalta. También veía Sánchez Cantón en esta obra recuerdos difusos del Greco, y un recuerdo muy literal en la forma como pinta el perizoma.
Lafuente Ferrari publicó una foto de un Crucificado, de colección particular, en todo similar al nuestro, y que debe ser el del Museo del Greco, pues Pérez Sánchez - Navarrete Prieto en el catálogo razonado del pintor, entre el numeroso grupo de Crucificados que recogen de Tristán (concretamente dieciséis versiones) no se incluye ninguna réplica de nuestro cuadro. Seguramente se produjo un error tipográfico. Este autor considera esta Crucificado como una de las mejores pinturas del artista, y estilísticamente ve relación con el pintor de la escuela valenciana del primer naturalismo Ribalta.
Se conservan unos dieciséis Crucificados de Tristán. La versión del Museo del Greco es una de las de mayor calidad. La figura de Cristo, con un desnudo casi integral debido al reducido paño de pureza, muestra un espléndido estudio anatómico. Es también maravillosa la captación de la rojiza luz crepuscular que anuncia la próxima muerte del Salvador. Tristán en todos sus crucificados exalta el carácter eucarísitico de la cruz. De ahí la habitual presencia de abundantes regueros sanguinolentos que recorren el madero y la anatomía cristífera. (Redondo Cuesta, José, 2007, p.136).
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