Una tormenta cae torrencialmente sobre uno de los espacios más pintorescos de la ciudad granadina, donde el río Darro discurre junto a la calle que sube al barrio del Generalife.
La elección de esta ciudad como escenario pictórico es significativa en Muñoz Degrain, atraído por el pasado histórico de la ciudad y sus posibilidades para recrear episodios legendarios árabes, en muchos casos con la Alhambra como escenario. El argumento tormentoso de esta pintura, confiere además un sentido fuertemente romántico a la vista de la ciudad.
La obra fue una de las más alabadas de este artista, quien la concibió en principio como ambientación para recrear una escena de rapto, finalmente realizada en otro lienzo. Estuvo presente en la Exposición Nacional de 1881 con el título Recuerdos de Granada. Degrain consigue alcanzar con esta vista unas muy altas cotas de lirismo y la melancolía que serán comunes a toda su obra. Fue adquirida en 1882 para el Museo del Prado, pasando después al Museo de Arte Moderno.
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