Como en tantas ocasiones los hijos del pintor sirven de modelo para la realización de esta pintura. En una habitación con escaso mobiliario, los dos hermanos se divierten juntos. José, el mayor, dibuja apoyado en una tabla, mientras Ignacio apoya cariñosamente su mano en la espalda del hermano mayor, observando sus progresos.
La escena es ejemplo del tipo de pintura íntima y familiar que el artista realizó a lo largo de su vida. Especialmente singular será la captación de la luz que penetra por los postigos abiertos, creando una atmósfera de gran sugerencia ambiental. El uso del color pardo como tonalidad general es también frecuente en muchas de sus obras.
Legado por Xavier Lafitte en 1930 al Museo de Arte Moderno.