La cabeza pertenece a una estatua hoy perdida, que reproducía la obra más famosa del escultor ático Praxíteles: la Afrodita de Cnido (h. 360 a. C.). Los bellos rasgos faciales de la diosa, su cabello, la frente y la fina línea del arco de las cejas, el brillo humedo de los ojos, su irradiante luminosidad y elegancia fueron realzados ya en el siglo II d. C. por Luciano (Imágenes, 6).
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