Busto de bronce que representa a un hombre de edad madura con la cabeza ligeramente girada a la derecha; viste chaqueta, camisa y corbata. El pedestal tiene inscripciones.
Archer Milton Huntington (1870-1955) tuvo una esmerada educación merced a la fortuna que amasó su padre como empresario en la construcción de ferrocarriles de Estados Unidos. Desde joven tuvo interés por España y viajó ya con sólidos conocimientos sobre su cultura en 1892. Sus desplazamientos a la Península Ibérica serían ya constantes durante toda su vida, y en los que explayó su afán coleccionista, que abarcó los más variados aspectos de la arqueología e historia del arte hispánico.
Volcó igualmente su interés en la literatura. Tradujo el poema de Mío Cid y llevó a cabo una actividad de impresión de textos hispánicos clásicos inéditos o de difícil accesibilidad. Apoyó además a la Revue Hispanique que dirigía en París Raymond Foulche-Debosc, la revista más prestigiosa en estudios hispánicos durante mucho tiempo.
En 1904 fundó la Hispanic Society de Nueva York con la donación de sus ya considerables colecciones. Se convirtió en un defensor de la cultura hispánica, superando las luchas entre partidarios del españolismo y el hispanamericanismo, englobando tanto a España como a Portugal e Iberoamérica.
En 1908 conoció a Joaquín Sorolla que exponía en Londres y organizó sendas exposiciones monográficas del artista en 1909 y 1911 en diversas sedes estadounidenses. Fruto de esta relación fue el famoso encargo de Las Provincias y Los personajes ilustres para la Hispanic Society que hizo al pintor.
En 1927 dotó generosamente un fondo especial en la Biblioteca del Congreso estadounidense para la adquisición de obras que culminaría en la creación de la Fundación Hispánica. Fue además poeta de mérito, inspirado en asuntos españoles, y de lectura recomendada por ejemplo por Unamuno.
Anna Vaughn Hyatt Huntington creció en un ambiente propicio para desarrollar su vocación escultórica. Su madre y su hermana fueron artistas aficionadas. Paradójicamente fue la profesión de su padre, biólogo conservador del Museo de Historia Natural de Boston, donde disecaba animales, la que explica el grueso de su producción, dedicado al reino animal.
Se interesó por el movimiento de las figuras como consecuencia de su gusto por la música, lo que hizo que su estilo se quisiese inscribir en el movimiento esteticista del musicismo, aunque ella siempre rehusó las explicaciones sobre sus obras y negó cualquier influencia de otros artistas, aunque es posible que las hubiera en un principio como las de Antoine Bourdelle.
Estudió en Nueva York a principios del siglo XX y viajó a París. En 1910 recibió su primer encargo relevante, que provino del gobierno frances, para hacer una Juana de Arco de bronce. Éste fue su material predilecto y aprovechaba los vaciados para sacar versiones de sus esculturas de mayor renombre.
En 1923 casó con Archer M. Huntington. A raíz de esta boda se produjo un cambio en su obra, en la que comenzaron a introducirse los asuntos hispánicos, como el Cid de la Hispanic Society y Sevilla (1927). El esfuerzo invertido en esta obra le acarreó una enfermedad que se prolongó durante diez años.
Superados los problemas, abordó de nuevo obras ambiciosas como los relieves de Don Quijote y Boabdil de la Hispanic. En 1955 falleció su marido y decidió homejanearle con este retrato póstumo.
El busto sigue el prototipo de la Francia de Luis XIV, a su vez inspirado en los modelos imperiales romanos del siglo II en adelante, con hombres, cabeza ladeada, semblante de nobleza y dignidad. Hyatt se apoyó en el busto que ya hiciera casi treinta años antes (1927) y que se conserva en el Museum of Fine Arts de San Francisco, muy similar en el rostro y vestimenta, simplemente mide 30cm menos, no tiene hombros y el pedestal es más alargado.
Hyatt envió el retrato a dos de los Museos de los que su marido fue promotor, el del Greco en Toledo y de Cervantes en Valladolid. Los hizo llegar a través del entonces director del Museo del Prado, Sánchez Cantón, para que fuesen colocados junto con los que hicieran Sorolla y Benlliure del marqués de Vega-Inclán. Es una prueba más del aprecio que sintió el matrimonio del marqués, uno de sus mejores amigos. El marqués hizo de anfitrión más de una vez durante sus visitas, como en 1927, cuando se inauguró la estatua del Cid en Sevilla.
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