Un cortejo nupcial avanza delante de la iglesia en un entorno rural. Los miembros masculinos de ambas familias dirigen la procesión, encabezada por el novio con una flor en la mano, evidente símbolo matrimonial. La novia permanece en el grupo de las mujeres. Ambos contrayentes visten traje negro y amplia gola, según la moda de principios del siglo XVII.
Utilizando recursos escénicos que parten de la obra de su padre, Peeter Brueghel “el Viejo”, el pintor logra plasmar la vida cotidiana flamenca con gran veracidad. A estos temas, Jan Brueghel, aporta una mayor presencia del paisaje, como demuestra el protagonismo que la Naturaleza tiene en esta pintura.
Es pareja del Banquete de bodas presidido por los Archiduques (P1442). Ambos están documentados desde 1666, cuando colgaban en el Alcázar de Madrid.
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