El Apóstol San Pedro se aparece a San Pedro Nolasco para consolarle porque no podía viajar a Roma a visitar su tumba y para aconsejarle que siguiera realizando su labor apostólica en España. Es uno de los episodios más importantes de la vida del fundador de la Orden de la Merced Calzada, para cuyo convento de Sevilla Zurbarán pinta una amplia serie de lienzos, entre los que se encuentra también la Visión de San Pedro Nolasco (P1236).
El santo, nacido en Francia, emigró a España huyendo de la herejía albigense, y se dedicó a la defensa de los cristianos cautivos por los musulmanes que ocupaban la Península. Fundó la Orden de la Merced y sufragó personalmente la liberación de esclavos.
Obras de la primera etapa de su carrera, en ellas el pintor muestra su facilidad para realizar composiciones sencillas en las que puede centrarse en el estudio de la expresión de los personajes, en la reproducción de las texturas de las telas y en el juego de la infinita gama de los blancos y los grises. Está firmada y fechada en el centro de la zona inferior, junto al hábito del santo.
Esta obra fue cedida en 1821 por el deán López Cepero al rey Fernando VII (1784-1833), quien la destinó al Museo del Prado.