Durante sus viajes a París, Rubens realizó el retrato de la reina Ana de Austria, esposa de Luis XIII desde 1615 y hermana de Felipe IV. El cuadro la representa como reina vigente, delante de una elegante tela azul con la flor de lis alusiva a la dinastía Borbón a la que pertenecía su marido y en un ambiente palaciego propio de su condición. Como el retrato de María de Medici, permaneció en manos de Rubens hasta 1640 y reapareció poco después en poder del gobernador, el cardenal-infante don Fernando, quien lo envió al rey español.
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