Según el relato bíblico, Tobías, permanecía junto a un río cuando fue amenazado por un pez gigantesco, del que fue salvado gracias a su ángel protector. El cuadro muestra al protagonista buscando refugio en el ángel, el cual ligeramente vuelto hacia la izquierda señala con su mano izquierda al pez, tranquilizando al joven.
Abordado con una estética muy cercana a los pintores nazarenos alemanes y prerrafaelitas italianos, Rosales demuestra en esta obra su conocimiento de las tendencias pictóricas europeas, que ya conocía antes de viajar a Roma. Influencias que bien pudieron llegarle a través de sus maestros Carlos Luis de Ribera o Federico de Madrazo.
El pintor realizó numerosos dibujos y bocetos preparatorios, que demuestran lo estudiado de la composición y la preocupación del artista por el resultado final. Características que chocan, sin embargo, con el intencionado aspecto inconcluso de la obra, que enlaza con las indagaciones estéticas visibles en otros cuadros de esta época como Ofelia (P4623) o el Desnudo femenino (P4616).
Adquirido en 12 de junio de 1879 para el Museo Nacional de Pintura y Escultura, estuvo posteriormente en el Museo de Arte Moderno.