Talla de altura mediana sobre peana. Viste manto negro cuyo interior tiene bandas horizontales negras y amarillas, y con capucha que tapa la cabeza encima de la toca. Hábito y manto cubre la figura hasta los pies con discretos pliegues y aparecen pintados y estofados en parte. Por detrás ha perdido parcialmente el revestimiento de pintura y estucado hasta dejar la madera vista. Sostiene un libro en su mano izquierda y con la derecha debió sujetar un atributo, hoy desaparecido junto con los dedos de esa mano salvo el pulgar. La cabez gira hacia la derecha mirando a la perdida custodia.
Por su semejanza con la Santa Inés conservada en este Museo (CE00099), hemos supuesto que puede proceder del mismo conjunto escultórico, preferiblemente un pequeño retablo, o uno de mediano tamaño si las esculturas formaron parte de alguna calle lateral o banco. Las coincidencias son numerosas: medidas, rasgos faciales, forma de levantar el brazo derecho y de los dedos de la mano. Alguna sombra de duda arroja el hecho de que los pliegues de Santa Inés sean más acentuados, tal vez porque la vestimenta franciscana se presta menos a ese tipo de juego, los dedos de Santa Clara son algo más finos y su pérdida de policromía es más acentuada.
Son relativamente escasas las imágenes escultóricas de Santa Clara conservadas en España. Nada tiene en común con la de Martínez Montañés, y algo más con las de Alonso Cano y Pedro de Mena. Pese a ser Montañés discípulo de Pablo de Rojas, lo cierto es que cambió pronto y practicó un estilo muy diferente, más recio y de pliegues ampulosos. En cambio Alonso de Mena, pese a que no hay constancia documental de un aprendizaje con Rojas, siguió su estilo recogido (del que llegarían ecos lejanos a su hijo Pedro), que pudo absorber Cano antes de su marcha a Sevilla.
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