La Virgen María alarga sus brazos hacia Jesús niño que, de pie, se acerca a ella. En el ángulo inferior izquierdo, San Juan, adornado con un collar de flores, ofrece una flor a su primo y, a la derecha, crece un lirio, símbolo de la pureza de María. En segundo plano, Santa Ana y Santa Isabel observan la escena. Al fondo, se distingue El abrazo en la Puerta Dorada, pasaje apócrifo de la vida de María narrado en La leyenda dorada de Jacobo de Vorágine (siglo XIII) y que, junto al lirio, también alude a la Concepción Inmaculada de la Virgen.
Destacan de la composición los referentes formales a otros artistas contemporáneos a Yáñez, como en el caso de la escena del fondo, tomada de una estampa de Alberto Durero, y de la figura de la Virgen, cuyo precedente es Rafael. La técnica, característica de su etapa final, aporta una iluminación más oscura y una tendencia hacia formas menos geométricas.
Esta obra fue comprada con fondos del legado conde de Cartagena en 1941 a la parroquial de Infantes y se ha sugerido que pudo formar parte del desaparecido Retablo de La Almedina, en el que Yáñez trabaja durante varios años a partir de 1518.