La Virgen María ayuda al Niño Jesús a montar sobre un cordero bajo la mirada de San José, que se apoya sobre una vara. La escena se enmarca en un paisaje idílico en el que se pueden reconocer al fondo una iglesia, la torre de un castillo y algunas casas. En la simbología cristiana, el Cordero hace referencia a la Pasión de Cristo.
La estancia de tres años de Rafael en Florencia servirá al pintor para profundizar en la producción artística de Leonardo da Vinci, asimilándola y dándola una interpretación personal. Ejemplo de ello es esta obra, inspirada en un dibujo de Leonardo para el altar mayor de la Iglesia de Santa Annunziata de Florencia. Pero la relación entre los personajes y el dinamismo de sus gestos y miradas, que les hacen interrelacionarse entre ellos, es el sello indiscutible de Rafael, dentro de un estilo clasicista de serena belleza.
Se conserva un dibujo preparatorio de Rafael para esta pintura en el Ashmolean Museum de Oxford. El cuadro ingresó en la Colección Real a finales del siglo XVIII, comprada por Carlos IV (1748-1819) a la colección Falconieri en Roma. Del Monasterio de El Escorial, pasó al Museo del Prado en 1837.
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