Los cultos dionisiacos consistían en celebraciones rituales protagonizadas por jóvenes bacantes en las que se veneraba al dios del vino mediante la ofrenda de flores, frutas y el sacrificio de animales. Stanzione -el más destacado de los artistas nativos que desarrollaban su actividad en Nápoles en la década de 1630- se inspiró para esta composición en las bacanales de Tiziano del Museo del Prado.Formó parte del conjunto de obras que se encargaron para la decoración del Buen Retiro.
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