Este retrato, que recuerda las efigies de poetas y filósofos griegos mediante su larga cabellera rizada y la barba cerrada, no data sino del siglo II d.C., según ponen de manifiesto el trabajo de las pupilas hechas con perforaciones. Se trata de un retrato de gran calidad cuya procedencia antigua erróneamente ha sido cuestionada; puede ser datado con relativa facilidad, ya que el trabajo del mármol en la cabellera es característico de la retratística tardoadriánea y tempranoantonina.