Retrato considerado hasta ahora como próximo a la órbita de Vicente López es, en efecto, obra valenciana, fechable hacia 1835, en la estela de este maestro, a quien recuerda su colorido brillante y su dibujo preciso, atento al detalle, apreciable tanto en la reproducción de el uniforme como, sobre todo, en la descripción de los rasgos del militar, aunque sin llegar a su virtuosismo. Precisamente, el modelado riguroso de la cabeza del oficial, de ceño ligeramente fruncido, con profundas arrugas alrededor de la boca, y mirada intensa y atenta, que marcan sus rasgos hasta concederle un cierto rictus de tensión, así como cierta aspereza técnica, recuerdan de inmediato algunos de los escasos retratos seguros de uno de los discípulos de López, Antonio Cavanna, como el de José Canga Argüelles que se conserva en la Academia de San Fernando, pudiendo muy bien pertenecer a la mano de este malogrado artista, todavía prácticamente desconocido.