El estudio de la moda y de las características formales de esta pintura permiten fecharla en los años en los que Velázquez realizó su segundo viaje a Italia, con lo que se trata de la única pintura de Velázquez de la colección del Prado realizada en esa ocasión. Tanto el cabello como el bigote y la perilla coinciden con los que eran propios de la corte del papa Inocencio X; y su composición se relaciona más con retratos realizados por artistas que trabajaban en Italia en las décadas centrales de siglo, como Bernini, que con obras anteriores del pintor. Igualmente, el énfasis expresivo y comunicativo que existe en este cuadro es característico de otros retratos realizados por Velázquez en Roma. De entre las varias hipótesis que se han barajado acerca de la identidad del retratado, la que ha tenido más fortuna es la que lo identifica con Michelangelo Augurio, barbero del papa, de quien se sabe que posó para Velázquez. Sin embargo, no existe certeza al respecto.