Santo eremita tradicionalmente identificado con San Jerónimo, aunque también podría ser San Pablo Ermitaño, orando en el claro de un bosque. El santo, semidesnudo, sólo se cubre con una falda de palma trenzada y se inclina ante una cruz y una calavera, símbolos propios de los santos penitentes que aluden a la meditación sobre la muerte, mientras su mano derecha sujeta una piedra con la que, según la tradición, golpeará su cuerpo para expiar los pecados.
La cuidada técnica del paisaje, a manchas siguiendo la influencia de Tiziano (h.1485 - 1576), revela la característica siempre presente en la obra de Poussin: la Naturaleza es la verdadera protagonista de sus cuadros, relegando a un segundo plano el tema representado.
Pertenece a la serie de cuadros, con temas de anacoretas, pintada para el Palacio del Buen Retiro por orden del rey Felipe IV, citándose en su inventario de 1701.
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