San Mena extiende sus brazos y alza su mirada al cielo negándose a rendir culto a la divinidad pagana que le presentan, situada a la izquierda de la composición, acto por el que será martirizado y decapitado. A su padecimiento, ocurrido el año 296 bajo el mandato de Diocleciano, hacen alusión tanto la espada que sostiene el personaje que agarra al santo como las tenazas del cesto, con las que le sacarán los ojos. De nacionalidad egipcia, San Mena será adoptado como patrón de los coptos, rama egipcia del cristianismo.
La composición de la escena deriva del Martirio de San Jorge de Veronés en la Iglesia de San Giorgio in Braida (Verona), de donde proceden tanto la ubicación del episodio ante un altar pagano como las fisonomías de personajes concretos.
Esta obra fue donada por el IV almirante de Castilla a Felipe IV (1605-1665), quien la destinó al Monasterio de El Escorial y desde donde ingresó en las colecciones del Museo del Prado en 1837.
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